Una vez más


Supongo que todos escribimos sobre aquello que sabemos, aquello que vivimos o aquello que vemos a las personas más cercanas. Supongo que soy simplemente una de tantas que intenta reflejar mediante palabras aquello que la corroe por dentro y que no sabe bien como soltarlo, como aliviar el peso que tiene por dentro.

Quizá ni siquiera necesite escribir, quizá solo necesite perderme entre mis propios pensamientos y dormirme en ellos; pero aquí estoy una vez más, delante de la pantalla de este maldito cacharro que no anda ni para atrás.


Estoy cansada de tanta floritura, hoy no necesito embellecer lo que en  mi vida no ocupa mas que una mancha deforme. Quiero saber por qué cada vez que intento olvidarte, cada vez que por fin he conseguido no pensar en ti, no preocuparme por lo que estás haciendo, cuando dejo finalmente de recordarte en cada uno de los momentos de mi vida... vuelves. Una y otra vez.

¿Por qué te dejo volver?

Sigo siendo la misma imbécil de siempre, la misma idiota que juega a ser fuerte. ¿A quién pretendo engañar? Está claro que a mi misma. Odio saber que aun no te he olvidado. Odio despertarme entre las sábanas de tu cama y arrepentirme de lo que ha pasado. Odio saber que no me quieres realmente; por que si así fuera las cosas simplemente  no serían así. No me vale que me digas que es difícil. ¿Difícil? Difícil es escuchar a la persona a la que amas decir que solo le atraes físicamente. Que lo que un día fue un todo para los dos ahora no son más que recuerdos plasmados en fotos.

Y yo sigo siendo la misma idiota que dejo que entres a tus anchas en mi cama, en mis recuerdos y en mi vida. Entras, pisas y dejas escombros a tu alrededor. Te marchas y solo queda eso, cenizas. Basta ya.

Odio darme cuenta de que realmente no puedo dejarte ir. Quiero dejar de vivir en mi pasado, quiero avanzar, ser yo misma, ser... feliz. ¿No es acaso eso lo que tú estas haciendo? ¿Por qué yo no soy capaz?

Decirte que te quiero me quema. Me quema por dentro, porque es cierto; y me quema por fuera, me quema los labios porque a medida que te lo digo te estoy regalando mi alma. Te estoy poniendo mi cuerpo en bandeja para que te sirvas a tu gusto, cuando en realidad solo comes por gula, no por necesidad.

Ahora simplemente me pierdo entre acordes, cuando ayer me perdí entre sábanas.
¿Se acabarán algún día las palabras que decirte?

Estoy cansada.

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